ÀRealismo sucio?. Claro, sin una duda. Pero no porque te hayas detenido a pensar en quŽ registro literario escribes, sino porque la ferocidad con que te cuentas sin ambages y la realidad, tu realidad, es as’ de dif’cil de digerir, no ya para ojos convencionales, sino hasta para ojos transgresores.
A eso le a–adimos la capacidad de sintetizar, la ausencia de derivaciones m‡s o menos l’ricas que en otros momentos pudieran apetecerte, la potencia expresiva que incide sobre el objetivo de retratar a los personajes en todo su desgarro, en todo su desvalimiento, en toda su tragedia, y llegamos a la conclusi—n de un poemario vocacionalmente minimalista, donde se cierra el c’rculo por el que un ser es consecuencia directa de otro. La infancia marca al hombre, m‡s all‡ de todo lo que pueda aportarle en su transcurso, la vida.
Morgana de Palacios